Aun cuando hace solo quince años el documental Who Killed the Electric Car? (¿Quién mató al auto eléctrico?) contaba la historia del fin del proyecto de un mercado automotriz compuesto de autos libres de gasolina, la segunda década de este siglo vio la insólita resurrección del auto eléctrico. Hoy, estas máquinas “verdes” y su contraparte híbrida son una realidad en todo el mundo y no hay un solo gran fabricante de autos que no los tenga ya en su oferta.
El milagro tuvo como protagonista al sudafricano Elon Musk, quien, en buena cuenta, notó un pequeño problema en los autos eléctricos que llegaron, aunque sea por un tiempo breve, al mercado: los modelos eran feos; prácticos, pero pequeños, de aspecto frágil y velocidades máximas donde primaba la aburrida prudencia. En otras palabras, nerds de cuatro ruedas. El Tesla de Musk, con sus líneas modernas y deportivas, velocidades que hacían salivar a Vin Diesel y un interior futurista de pantallas táctiles, revivió el debate sobre el vehículo verde.
Es imposible no hacer la comparación con la resurrección de las computadoras Apple a principios de este siglo a manos de Steve Jobs. Si algo nos enseña la historia reciente es que la gente quiere gadgets funcionales, pero que sean divertidos, audaces y que acaben para siempre con el mito de que un auto es un auto, mientras ruede.
Lógicamente, pasada la euforia y con una oferta de autos eléctricos donde lo mismo entra Porsche y Toyota que Ford, Audi y Volkswagen, crece la pregunta del millón: ¿de verdad son buenos para el medio ambiente los vehículos sin gasolina? Si ya nos pusimos de acuerdo en que ponerle curitas al planeta es más fácil cuando agregamos estilo a la ecuación, ¿de verdad estamos poniendo esas curitas?
La respuesta sencilla es que sí. La respuesta complicada es también que sí, pero que no todo en la producción de energía verde es una conga de buenas noticias. Un reciente informe del Wall Street Journal (WSJ) comparó la producción, fabricación y desempeño de dos modelos más o menos equivalentes en funciones y representativos de ambas alternativas: en la esquina verde, el Tesla Model 3, y en la esquina color monóxido, el SUV compacto Toyota RAV4.
Según el WSJ, en la etapa de producción, donde se considera la extracción de los minerales para la construcción del vehículo y, en particular, el litio de la batería, el Tesla pierde con 65% más de emisiones que su rival. Sin embargo, en las instancias posteriores de este examen comparativo el Tesla comienza a ganar terreno. A las 5,000 millas, el RAV4 ya empieza a reclamar su primer cambio de aceite, mientras que el Tesla no necesita tal cosa, por no mencionar, lógicamente, la gasolina.
Para hacer corto este viaje, el vehículo eléctrico comienza a mostrar sus beneficios cuanto más millas recorre. A las 200,000 ya ni siquiera hay competencia posible: en términos de emisiones de CO2, el Tesla ha producido 36 toneladas mientras que el RAV4 alcanza un récord de 76.
La batalla por el mercado de autos eléctricos es realmente muy compleja. Sí, las versiones eléctricas pueden ser a la larga más ventajosas (otros factores son sus precios de recompra y costos de mantenimiento que también son menores en promedio), pero no todas las fábricas de producción automotriz son equivalentes en cuanto a sus propias emisiones de CO2. West Virginia, por ejemplo, tiene fábricas que dependen más de energía de carbón que las de Idaho, que ha venido modernizando sus fábricas hacia la energía verde.
Con todos su matices, un estudio global reciente indicó que Estados Unidos está en tercer lugar en consumo de vehículos eléctricos, solo detrás de China y Europa mientras que un estudio de opinión de Green Car Reports muestra cierto consenso entre demócratas, independientes y republicanos sobre los beneficios de estos autos.
Uno puede marearse analizando las estadísticas de uso de energía, pero es algo recomendable si ya se cuela entre sus planes un Tesla, un Mustang Mach-E, un Audi e-tron o un Volkswagen ID.4. Todos, como debe ser, tienen la pinta de donjuanes sensibles y altruistas. Si quiere zambullirse en información sobre las ventajas de la energía motorizada verde, el gobierno tiene un sitio web (afdc.energy.gov) donde uno puede pasarse horas analizando cifras y estadísticas, con una copita feliz de vino para alegrar la pesquisa numérica. Ahora bien, si después de la copita, quiere usted salir por ahí al volante, no habrá auto eléctrico o de gasolina que atenúe los peligros de su temeridad. Sano y bueno, buen viaje.
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