Empresario y filántropo Gus Machado es el hombre
Por Omar Claro
August 1, 2021

Enero de 1960. Bien temprano, él se presenta a una estación de correos y telégrafos en La Habana. Mientras aguarda algunos minutos para cambiar dos money orders por la venta de un Chevrolet 1950 y otro de 1951 –embarcados desde Estados Unidos en la ya desaparecida línea de ferries Key West-Habana– escucha el rumor sobre un plan ultrasecreto de Fidel Castro para cambiar en un instante la moneda del país. De inmediato, el joven de 24 años se apresura a tomar el dinero de los autos vendidos y aborda el ferry de vuelta a Key West, Florida. No regresaría jamás a la tierra que lo vio nacer.

Gus Machado no se arrepiente de nada.

Aquellas sospechas resultaron ser ciertas. La noche tórrida del viernes 4 de agosto de 1961 se produjo el cambio de moneda en Cuba mediante la promulgación de la Ley No. 963. Las personas disponían de menos de 24 horas, entre el domingo 6 y el lunes 7 de agosto -de ocho de la mañana a ocho de la noche- para cambiar todos sus pesos cubanos. El papel moneda que no es canjeado se declara nulo y sin validez legal. Pero había algo peor: solo se podían cambiar 200 pesos en efectivo por cada núcleo familiar. A quienes tenían cuentas bancarias les reconocían hasta 10,000 pesos, aunque su saldo fuera mucho mayor. De esa suma únicamente podían extraer apenas 100 pesos al mes. Quienes guardaban el dinero en sus casas -en algunos casos fortunas- lo perdieron todo.

En 1949, con apenas 15 años, Gus viaja a Estados Unidos por vez primera. Es uno de los tantos adolescentes cubanos que son enviados por sus padres a estudiar en el país de las oportunidades. Cursa el nivel preuniversitario en Pineland College-Edwards Military Institute en Salemburg, North Carolina. Luego matricula en Greenville College, Illinois (hoy, Greenville University).

Se queda a vivir en la ciudad de Joliet, Illinois. Allí trabaja un lustro para Caterpillar Tractor Company (Cat), ingeniosa marca de bulldozer amarillos con filiales en todo el mundo. Un cambio de aire siempre viene bien. En 1956 se traslada a Miami junto a su familia en busca del clima tropical que se respira en la Ciudad del Sol… similar a su terruño.

Recuerda su primera inversión en el mundo de los autos. Cursaba los estudios de secundaria y más por impulso que por deseo compró en $50 dólares un Dodge, modelo 1934, año de su nacimiento. Después de una vuelta por el estacionamiento de la escuela se apagó el motor y el viejo Dodge negro no volvió a funcionar.

Es cierto que Gus adquiere su formación empresarial en Estados Unidos, pero el rostro cubano de Ford admite que siendo un niño aprendió las primeras lecciones de cómo bastarse uno solo para solucionar un asunto. Consejos sabios del abuelo paterno en la finca de la familia allá en Cienfuegos, territorio en el centro-sur de la isla de Cuba.

Durante una conversación en el campo, el campesino le pidió al nieto que mirara a su alrededor y que imaginara a la Isla sacudida por un ciclón. La tormenta va a arrasar con todo lo que encuentre a su paso, solo uno o dos árboles van a quedar en pie.

“¿Sabes por qué?”, dijo el abuelo mientras apoya su brazo derecho en el hombro del niño. Esos árboles van a resistir el huracán porque tienen buenas raíces. Si tus raíces están bien plantadas vas a tener mejor chance de conseguir todo lo que quieras.

Y el empresario Gus ha resistido como el tronco invencible de un quebracho por los últimos 37 años. El hombre de Gus Machado Ford ha guiado con don de mando los destinos del concesionario de autos en la ciudad de Hialeah. Junto a su esposa Liliam, Gus ha sido además un activo filántropo por sus obras en bien de la comunidad y en la educación de la próxima generación de jóvenes profesionales.

Víctor Benítez, escudero de Gus Machado

Hoy, Gus Machado ha cedido las operaciones diarias de la compañía a su socio en el negocio de autos de casi toda su vida, el también exiliado cubano Víctor Rufino Benítez, vicepresidente y gerente general de Gus Machado Ford. 

Víctor pertenece a aquella generación de cubanos que emigraron de pequeños desde la Isla de Cuba en los años 60 y 70. Al igual que otros muchachos de su edad, terminó por aplatanarse en la pintoresca Hialeah y asimiló sin mayores contratiempos la nueva cultura de esta gran nación. Pero antes conoció de primera mano los destinos de una nación que abrazó el sistema político marxista hasta convertirse en un satélite particular de la Unión Soviética.

El 2 enero de 1969 con 14 años, Víctor es uno de los miles de niños y adolescentes cubanos que adoctrinados en la educación de la revolución socialista desfilan con sus escuelas en la Plaza de la Revolución. Aquel día Fidel Castro con su peculiar elocuencia bautizó 1969 como el Año del Esfuerzo Decisivo y prometió con estilo grandilocuente la zafra de los 10 millones de toneladas de azúcar, uno de sus tantos fracasos en su ejecutoria al frente del país. Afortunadamente, para el joven Víctor y su familia, a los tres días del rimbombante discurso de Fidel les llegó la salida definitiva del país.

“Cursaba el décimo grado a mi llegada a Estados Unidos, pero me ubicaron en octavo grado en Hialeah Junior High School. Como parte de la adaptación a mi nueva vida de exiliado comencé a alternar mis estudios con un trabajo a medio tiempo en un establecimiento de Burger King”.

Todo aquello era nuevo y desafiante para el adolescente Víctor. “Mi primer día de clases fue inolvidable. Llego a la casa. Tiro los libros y le digo a mi mamá, no entiendo nada en la escuela, esa gente me ladra, hasta aquí llegue. Pues, tú también vas a aprender a ladrar, dijo ella”. 

Víctor Benítez no solo aprendió la lengua de Shakespeare,  sino que en al ámbito profesional llegó a establecerse entre    los ejecutivos más respetados a nivel nacional de la pionera marca Ford.

“Un primo hermano me sugirió el negocio de los autos en 1975. El mismo año de mi casamiento. Comencé de gerente en el departamento de ventas de Dio Ford en Coral Gables, y al poco tiempo me uní de socio y gerente a la agencia de autos Potamkin”. Pero el gran salto en los negocios llegaría en 1988 cuando Víctor se encuentra con el genio de los autos Gus Machado, quien había fundado apenas unos años antes (1984) Gus      Machado Ford.

Dicho y hecho.  Gus encontró en Víctor el genial escudero para transformar a su empresa de autos en la más popular y rentable del sur de la Florida. Los éxitos de Gus Machado Ford saltan    a la vista.

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PORTADA: Alejandra Molina
Director Creativo: Carlos Bauza
Fotografía: Rose Photo Studio

Artículos Edición Octubre 2021

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