El diseñador cubano Oscar López tiene magia en sus manos. Cada uno de sus diseños es una pieza exclusiva creada con paciencia, amor y mucha entrega. Su trabajo -de gran calidad- lo ha llevado a ser reconocido internacionalmente y en Estados Unidos, país que lo adoptó y en donde ha desarrollado su carrera. En Bencomo Magazine pudimos entrevistarlo y conocer un poco más sobre su vida, aspiraciones, sueños y metas por cumplir.
La calidad de su ropa va mas allá de lo comercial. En sus diseños hay mucha arquitectura, mucho corte, mucho arte. ¿De dónde viene toda esa inspiración?
Me gusta el glamur, me gusta que la ropa arquitectónicamente en el cuerpo de la mujer se vea perfecta. Soy muy exigente con eso, junto a las modistas de mi equipo siempre discuto esos detalles en el corte que tal vez la gente no nota, pero yo sí. Siempre me gustaron mucho todos aquellos diseñadores que fueron los maestros y que crearon la historia de la moda. Ellos no fueron a ninguna escuela, la escuela fueron ellos. El trabajo de Charles Frederick Worth, el padre de la alta costura, era increíble. Aunque oficialmente nunca fui a una escuela de modas, me gusta mucho informarme de su historia. Pienso que esto nace con uno y simplemente te guías por ese instinto.
Nació en Cuba, donde los recursos y la visión del mundo es muy reducida, ¿cómo se involucró en la moda?
Desde los 10 u 11 años me gustaba zafar y desarmar la ropa. Me encantaba ver cómo estaba construida, qué tipo de soporte tenía dentro para lograr que el cuello quedara parado o los cortes, era muy curioso. Siempre estaba metido en casa de las modistas porque ellas sabían cuáles eran los trucos. Allí creábamos vestidos totalmente artesanales con una técnica que se llamaba tai dai que luego vendíamos a los turistas en 25 dólares. Yo cortaba, teñía la tela y ganaba dinerito. Esos vestidos los hacíamos con sacos de harina que desarmábamos. Tenían un triángulo de tinta roja que había que enjabonar y dejar en remojo un día, después se cepillaban hasta sacarle la tinta y dejarlos limpio como un lienzo para teñirlos en calderas enormes al aire libre calentadas con leña.
Se teñían por 30 minutos y cuando eran tres colores tenías que repetir el proceso, enjuagar con agua y hervir nuevamente para luego meterlo en una centrífuga rusa que teníamos. Esto es algo que he querido hacer para crear piezas artesanales de mucha calidad.
Hoy en día muchos se llaman diseñadores porque hacen un dibujo y se lo dan a un equipo de producción y claro, eso es muy fácil. El arte de la cosa está en cómo llevamos ese dibujo al plano real, al plano material. Todo un proceso muy largo donde tienes que ver qué tejido tienes que usar para lograr el efecto que se ve en el dibujo. Las telas luchan contra la gravedad y por eso tienes que escoger cual es la más indicada para poder responder adecuadamente al diseño y a la gravedad.
Indistintamente del diseño debes fabricar una prenda que será usada con libertad y autonomía por una mujer, pero sin que se pierda el concepto de cómo la quiere visualizar.
El desafío de crear un vestido es que quede como tu quieres y que la mujer se sienta cómoda, que no se ahogue. También hay que entender que la alta costura es una cultura, tienes que saber de eso para poder llevar ese vestido. Hay trajes que son para sentarse de la mitad de la silla hacia adelante, porque si lo haces sobre toda la silla, la forma se pierde, especialmente cuando usas corsé. Con muchos de ellos no puedes manejar y necesitas un auto amplio con chofer.
Bentley y Rolls-Royce tuvieron que subir los techos de sus vehículos para que la realeza británica que usaba grandes vestidos con tocados y sombreros no pasara trabajo al entrar a sus autos, ¿cómo lo ves?
En la misma arquitectura hay ciertos balcones que tienen algo similar a una barriga hacia adelante. Se hacían así para que cuando las mujeres se pararan en el balcón pudieran llegar a la baranda sin que el vestido se viera limitado en su espacio. La moda era una cultura donde se hacían cosas pensando en ella, porque no siempre ha sido para que la mujer luzca, fue también por el estatus social. El tafetán de seda y el podesua eran tejidos para la realeza.
Los adornos se hacían con hilos de oro y plata hechos a manos sobre el traje para luego removerlos y usarlos en otra ropa cuando el vestido ya no estaba de moda. A mí me gusta mucho el efecto wow aunque sea un diseño minimalista, donde esa impresión radica en la caída de la tela, en la textura, en el color. Independiente de que el diseño tiene que ir de mano de la personalidad de quien lo lleva
¿Hasta qué punto asesora a las mujeres que llegan al atelier?
Hay gente que confía ciegamente en ti y te deja guiarlos, pero hay otra que no. Cuando un cliente viene con algo específico y sabes que no funcionará con su figura tratas de conversar y orientarla hasta lograr algo que realmente le favorezca, pero con mucho tacto, sin conflicto. Aunque hay clientes que nunca van a estar felices con cualquier cosa que le hagas porque lo que los mantiene vivos es el conflicto.
En ese caso opto por decir que no tengo espacio en ese momento, no quiero a un cliente que me va a traer ganancias con conflictos. A veces les das un precio excesivo y aceptan, entonces respiras profundo y haces el trabajo con un valor agregado.
¿Seguirá siendo un diseñador independiente o piensa en ser el director creativo de alguna casa de modas o lanzar alguna marca?
Siempre estoy en constante evolución, no me gusta quedarme en un solo plano. No creo que me quiera convertir en director creativo de una firma porque es mucha responsabilidad. Me gusta mantenerme exclusivo, me gustaría en tener una línea de ropa en tiendas, ropa ready to wear con influencia en algunos detalles de la alta costura. No me gusta complicarme la existencia, cuando trabajas en estas compañías tan grande la presión es demasiado grande también.
La vida es muy corta y hay que disfrutarla. En el mundo de la moda siempre vas a tener presión y estrés con mucha competencia, pero no me gustaría ser un producto de alguien porque pierdes el control y la toma de decisiones no es 100% tuya. Ya no eres tú quien maneja la situación.
El mercado hispano es totalmente distinto al anglo, ¿es difícil manejarlos?
Las latinas tienen muchas curvas y eso es un reto porque necesitan cortes muy particulares que llevan muchas más pinzas que otros y algunas telas no lucen con ellos. Los cuerpos muy curvilíneos son difíciles para entallar, mientras el cuerpo que no tiene muchas curvas como el anglo es mas fácil de trabajar. Además, a las latinas le gusta mucho la ropa apretada al máximo.
Su éxito también llega al mercado anglosajón, en donde varias clientas han lucido sus espectaculares diseños, ¿cómo llegó ahí?
Una de mis clientas usó en una gala en Mar-a-Lago un traje que diseñé. Heiden Hartford había visto mis vestidos antes y decidió venir a mi tienda y comprar algunos.
Cuando comenzó a usarlos las personas le preguntaron dónde los había comprado pensando que eran de París. Ahí ella dijo mi nombre y agregó que yo era un joven diseñador de Miami.
También durante un evento en la actual residencia presidencial, Trump le celebró mucho la belleza del vestido, y ella le explicó que era de un diseñador cubanoamericano. Fue entonces en esa época, uno años antes de que ganara las elecciones, cuando lo conocí.
Desde entonces comencé a diseñar para la familia Trump. Entre ellas destaca Lara, quien ha lucido los diseños en varias oportunidades.
En Mar-a-Lago se celebraban impresionantes galas donde las mujeres se visten de alta costura para todas ellas. Es una tradición de Palm Beach.
¿Ha tenido algún mecenas, alguien que lo haya apoyado en su carrera?
Siempre hay alguien que te apoya. Mi pareja, Ricardo, ha estado conmigo durante 12 años y me ha apoyado en todo. Fue él quien me impulsó a participar en Project Runway “Under the Gunn”, un show que no conocía. Yo estaba enfocado en mis diseños cuando él envío los papeles y se concretó. Ricardo tiene mucho gusto y sabe, así que me apoya en el lado artístico.
Las modistas de mi equipo son como mi familia, ellas me han apoyado en todo, es con quienes estoy más tiempo y es muy bonito cuando tienes esa relación. También hay clientes que te dan el soporte, que son fieles a ti y quieren verte evolucionar y buscan la manera de ayudarte de forma positiva como Rosa María Ledesma, quien hizo un cóctel para celebrar que fui el primer diseñador cubano que salía por segunda vez en la revista Hola.
¿Alguna recomendación a la mujer en general?
Siempre les digo a mis clientas que traten de experimentar, que traten un poco de salirse de la rutina, de lo que están usando, que prueben varios estilos, diseñadores, telas y cortes. Que estén abiertas a eso ya que muchas se encasillan y siempre es lo mismo. Yo trato de que mis clientas no se encasillen para que no se aburran o no te encuentren interesante. Uno tiene que evolucionar, ser atrevido, la moda es evolución.
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