Este año la maratón de Miami se corrió en febrero. Más de 20,000 personas enfrentaron la dura prueba. Muchos levantaron las banderas de sus respectivos países cuando finalizaron la carrera y así lo hizo Pamela Jalil: cruzó la meta levantando la bandera de su querido Ecuador.
Graduada de Derecho en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, Pamela Jalil ha enfrentado en esta ciudad retos mayores que una agotadora carrera por las calles. Ella es la cónsul de su país en Miami.
¿Qué ha significado para usted esta responsabilidad?
No esperé ni busqué ser cónsul, lo tomé y sigo tomando como oportunidad de servicio y aprendizaje en todo sentido. No había tenido antecedentes en el sector público, pero sí experiencia en servicio a la comunidad en diferentes proyectos, el principal, Banco de Alimentos Diakonia, el primero en el Ecuador del cual fui parte desde su creación.
Mi formación como abogada y la experiencia de servicio social han sido mis principales herramientas para enfrentar el reto, lo demás ha sido confiar y contar con un equipo muy profesional que me da todo el soporte que necesitamos para hacer lo que hay que hacer, atender eficientemente a la comunidad a cargo.
¿Ha encontrado algo especial aquí en la ciudad de Miami?
Miami siempre me ha sido cercana. He venido muchísimas veces de vacaciones y hoy me acoge y me sorprende cada día. No imaginé vivir aquí, pero estoy disfrutándolo mucho. Me encanta que puedo siempre descubrir nuevos sitios, rincones, calles. Miami tiene tesoros por descubrir siempre y tiene esta particularidad de ser única porque tiene de todo, se deja moldear por las diversas culturas de sus habitantes. Miami es una ciudad generosa.
Tengo entendido que usted hizo sola el Camino de Santiago, una de las más emblemáticas y exigentes peregrinaciones de la cristiandad.
Me gusta caminar, muchas decisiones de vida las he tomado caminando. Cuando decidí que quería hacer el Camino de Santiago busqué compañía, lo propuse a varias amigas, pero sabía que si nadie se apuntaba igual lo haría en la fecha que había previsto. Quería estar en el camino el 15 de septiembre, fecha que para mí es especial, perdí a mi tercer hijo.
El camino de Santiago fue, sin lugar a duda, el mejor viaje que he hecho. Definitivamente es un recorrido por tu vida. Es mágico, es espiritual, es esfuerzo físico, es tal como es la vida. Caminé 11 días y cada día lo disfruté desde el inicio hasta el fin, además se despertó en mí todo un lado profundo y analítico, fui buscando significado a cada símbolo que me daba el camino, por ejemplo, la mochila que llevas.
Pensaba que definitivamente aprendemos, a medida que recorremos la vida, cuán pesada quieres llevarla y depende de ti si la aligeras o si sigues cargándola con pesos innecesarios. El camino también me dio la oportunidad de superar miedos, de reencontrarme con mi pasado, de sanar, en fin…
Estos meses han sido muy difíciles para todos por una pandemia que nos ha puesto a prueba. ¿Como lo ha vivido usted en el Consulado?
El Consulado de Miami durante los meses iniciales de la pandemia, esto es desde marzo hasta inicios de junio, trabajó en 24 vuelos de retorno, aproximadamente 6000 personas volvieron al país. Esto significó mucho trabajo de largas jornadas para asegurar que el retorno fuera de acuerdo con protocolos de seguridad y sanitarios.
La tensión, nerviosismo y necesidades de quienes se habían quedado sin poder regresar eran inmensas. Se trabajó con organizaciones sociales que respondieron inmediatamente al llamado de ayuda, 15 organizaciones sociales, más de 100 voluntarios dieron su contingente y respuesta solidaria para cubrir las muchas necesidades de alimentos, de medicinas, de alojamiento y de orientaciones legales,entre otras.
La pandemia sigue y Florida aún atraviesa una fase compleja de casos positivos, de pérdidas y miedos. No sabemos cuánto tiempo más estaremos enfrentándonos al COVID-19. Mientras tanto debemos buscar formas de crecimiento, alternativas de vida, de trabajo, de comunicación. Ojalá que este tiempo de crisis nos sirva para crecer como seres humanos, de volver a lo básico, a lo esencial y a lo importante, espero que no desperdiciemos ninguna lección que la vida que Dios nos está ofreciendo.
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