Vehículos autónomos el futuro ya está aquí

Por Julio Llerena

October 20, 2018

Si usted se sube al Metro de Miami, verá que todos los pasajeros están haciendo algo durante el viaje: leen un libro o el periódico, chatean con alguien en el celular, revisan Facebook... Lógicamente, ese es un lujo que...

Si usted se sube al Metro de Miami, verá que todos los pasajeros están haciendo algo durante el viaje: leen un libro o el periódico, chatean con alguien en el celular, revisan Facebook... Lógicamente, ese es un lujo que los conductores de esta ciudad no podemos darnos, pero quizás no por mucho tiempo.

Los vehículos autónomos están cada día más cerca de ser una realidad. Es posible que usted, lector, esté diciendo ahora mismo que jamás se subiría a un carro de esos, pero tal vez le convenga conocer el objetivo esencial detrás de esta tecnología: su propia seguridad. Le podrá parecer que un auto sin conductor es un peligro, pero no más peligro que nosotros. Cada año mueren en los Estados Unidos alrededor de 1.3 millones de personas en accidentes de tránsito, y la razón más común es simplemente un “error humano”.

El objetivo de esta tecnología es, precisamente, asignarle esa responsabilidad a una computadora, del mismo modo en que le confiamos ciegamente a una calculadora las operaciones matemáticas más difíciles. Por esta razón los vehículos autónomos están tardando tanto tiempo en tomar las calles.

La idea del carro auto-conducido se viene contemplando desde hace mucho tiempo. En 1958, GM presentó un     Chevrolet capaz de cambiar de carril y voltear una esquina sin conductor. Pero solo en los últimos 15 años este concepto ha tomado verdadera fuerza, gracias a la notable reducción de tamaño de las computadoras y a la posibilidad de programarlas no solo para que realicen ciertas tareas sino, fundamentalmente, para que aprendan de “su propia experiencia”, tal y como lo hace una persona.

Los actuales sistemas de sensores de estos autos son capaces de registrar señales de tránsito, semáforos, peatones, pero los escenarios pueden ser literalmente infinitos: accidentes de terceros, lluvias, señales escondidas, atascos y hasta una ardilla que cruce la calle.

Google es uno de los principales impulsores de esta tecnología. En el año 2010, el gigante tecnológico instaló el sistema de conducción autónoma en una flota de Toyota Prius que recorrió unas 140,000 millas con menos de 20 percances registrados, todos ellos responsabilidad de terceros. Audi hizo lo mismo a menor escala, con resultados igualmente alentadores.

A principios de este año, un ejército de lobistas comenzó a impulsar leyes en Washington que puedan contemplar los dilemas legales que implicaría un auto sin conductor: en caso de accidentes, ¿quién paga el seguro?, ¿qué tan necesarias serán las licencias de manejo?, etcétera. Pero estos esfuerzos pueden verse afectados por un accidente en el que un Volvo XC90 autónomo, propiedad de Uber, mató a una persona a mediados de marzo en el condado de Tempe, Arizona.

Es difícil relativizar la muerte, pero lo cierto es que aquella víctima es la primera fatalidad ocasionada por un carro auto-conducido en casi ocho años de pruebas, un récord muchísimo mejor que el de cualquier conductor promedio.

¿Será esta tecnología la solución al caos vehicular? No podremos responder esta pregunta con seguridad hasta que veamos vehículos autónomos por decenas en la calle. Ojalá lo sea: qué conductor no quisiera poder soltar el volante para aprovechar el tiempo que pierde manejando.

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