Por Abel Quintero
October 20, 2018
Para él son vitales la línea firme y definida junto a tonos de luces procedentes de candiles que alumbran sus noches siempre místicas. Es un artista cubano cuya expresión le otorga una identidad muy regional...
El mismo Sol que exalta la tonalidad del cielo y el verde de las cañas, adereza la piel de los seres que habitan en sus cuadros. Es un artista que a menudo muestra las almas tristes de sus personajes a través de unos rostros cansados y ojerosos. Sabe hacer notar lo hermoso de quien se entrega a la labor de ganarse el pan a diario, lidiando de cerca con la naturaleza.
En su obra se hace tan evidente la relación que existe entre el hombre y su entorno, que llega a confundir la viveza de las plantas con esos semblantes que parecen cortezas de troncos ajados por el viento y la sal.
Hay en sus rostros femeninos una belleza tropical de raza indígena y morena que por momentos me recuerdan a grandes exponentes latinoamericanos como lo fue el ecuatoriano Guayasamín. Flores amarillas, libres o en búcaros, tulipanes y helechos caprichosamente expresionistas; arlequines, gallos y floras, lo delatan en cualquier exhibición colectiva. El sello de Raúl R. Hernández es inequívoco y merecidamente logrado.
Para él son vitales la línea firme y definida junto a tonos de luces procedentes de candiles que alumbran sus noches siempre místicas. Es un artista cubano cuya expresión le otorga una identidad muy regional. Se me antoja ubicarlo muy de cerca al admirado Vicente Bonachea.
Raúl es dueño y maestro de una técnica singular más allá de los pinceles. Su especialidad en grabado lo ha llevado a experimentar con sus herramientas más familiares: la gubia, la madera y el linóleo para darle así un significado a sus piezas más afín y coherente con el proceso. Su obra no se puede apreciar en todo esplendor si no la vemos “in situ”.
Al observar las huellas del buril tan armoniosamente distribuidas sobre el soporte, comprendemos que el grabado no es para él un simple recurso, es más bien un protagonista que estimula el sentido táctil a través de la vista en una obra muy colorida, pues si bien a veces distribuye las marcas en formación recta, otras van elegantemente sinuosas evocando tal vez la elegancia de la noche estrellada de Van Gogh. No puedo separar sus rostros fatigados de la curiosa sensación de que alguna gota de sudor del artista se haya disuelto entre las grietas, oculta tras una capa de color.
Las ejecución de las manos de sus personajes es arriesgada, pues las lleva al límite de la expresividad justo antes de salvarlas de una factura neófita o aprendiz, y eso es jugar como lo hace un profesional.
Este fin de semana tuve la oportunidad de acercarme a su trabajo aunque no tanto como hubiera querido. Pude notar en su factura como se identifica con un arte netamente responsable pero que flirtea con el hedonismo, creando una simbiosis muy personal.
Gracias por ser parte de este grupo de inventores de sueños que pretende rehacer los colores de esa Isla que tiene un pueblo como San Antonio de los Baños y un río cuyo nombre asocio irremediablemente a tus cuadros. Ardua labor cuando esa obra nace bajo otro Sol que muchas veces atraviesa, sin dejar huellas, nuestra piel pero nos curte con nostalgias el alma.
Tel: 786 380 5907
www.raulfinearts.com
Revista BENCOMO al vender un espacio publicitario no se responsabiliza por el contenido del texto o de las imágenes publicadas en dicho espacio. El comprador o dueño del espacio publicitario asumirá la responsabilidad ante cualquier demanda o reclamación dirigida a su publicidad, incluyendo demandas de propiedad intelectual o derechos de autor..